He estado buscando dentro de mí una postura sobre la huelga del 9 de marzo del año presente. He escuchado, he leído, he visto, he opinado algo, he vuelto a escuchar, he vuelto a leer, he vuelto a opinar.... Tengo sentimientos encontrados con el tema, lo confieso. Ya no me siento tan radical en mis juicios como antes.
Por un lado, me molesta el término FEMINICIDIOS y me molesta aún más el FEMINISMO. Entiendo y respeto que de fondo la búsqueda de la “igualdad” de derechos para la mujer es fundamental (aunque yo me iría más por equidad, no igualdad), pero creo el tono político que se la ha dado ha deformado por completo el objetivo inicial, no digamos la formas con las que se quieren hacer notar y el que además incluyan sus “derechos reproductivos” como justificación para asesinar vidas inocentes. Entonces de inicio no me convence al 100 el movimiento, que va tomando ideologías de intereses particulares y específicos de algunos pocos.
Ahora, comprendo también la frustración, la impotencia, la rabia, el coraje, la tristeza, la desesperación, la desilusión ....el miedo. Vivimos en un país en donde la mujer no puede ir segura por ahí, sola, en muchos de sus hermosos rincones......... porque las abusan, porque desaparecen, porque las violan, porque las matan. Es cierto, si pasa, es real. Tal vez en unos lugares es más seguro que en otros, pero es real y cada vez más cercano. ¡Es lógico que estemos hartas! ¡Es lógico pedir justicia! ¿Pero porque dividir? ¿Porque generalizar? Ni todos los hombres matan. Ni todas las mujeres son víctimas. Ni todos asesinatos de mujeres son crímenes de odio por género. Pero la inseguridad existe, está ahí, es una realidad, y nuestro gobierno no hace nada. ¿Organizarse para exigir algo que es nuestro derecho?... Me parece correcto. ¿El querer mostrar qué sería del país sin mujeres? Creo que fue la manera más práctica para dejar claro el punto de lo importantes que somos en la sociedad. Es una forma desesperada de pedir que se escuchen las voces de muchas que ya no están.
Hay muchas maneras de ver esta manifestación y por eso me causa tanto ruido; porque de fondo la causa es buena, es importante y comulgo con ello.
Es cierto que la raíz de todo es la educación. Que vivimos en una sociedad con machismo arraigado, que está en nosotras las mujeres criar niños y niñas que ante todo respeten y amen al prójimo; pero también es labor del padre; con su ejemplo, cercanía, amor y dedicación complementa la formación ideal. Y ciertamente hay muchos hombres que son excelentes padres, que son hombres maravillosos; doy gracias porque varios de ellos son parte de mi entorno y han dejado su huella en mis hijos. El hombre juega entonces un papel sumamente importante también, porque el hombre y la mujer nos complementamos, estamos hechos de atributos únicos que al unirnos por un mismo fin nos hace grandiosos, perfectos. Estamos hechos para compartir, para apoyarnos, no para dividir, no para segregar.
Quiero entender este movimiento, en lo personal, como un medio para abogar por todas aquellas que ya no pueden hablar, por las que hubiesen querido que alguien estuviera ahí, las que no tuvieron oportunidad de ser escuchadas, las que fueron abusadas de mil maneras.
Va por todas aquellas que hoy tienen miedo, por las que sienten cuarteada su libertad, por las que sufren en silencio injusticias, las que no se sienten fuertes, las que están solas.
Va por todas aquellas que crecen con la ilusión de poder, de lograr, de alcanzar; por todas las que sueñan, que creen, que confían, en sí mismas y en los demás... para que nadie les diga que no pueden, que no saben, que no se hace.
Va por todas las jóvenes y las niñas de este México querido, lastimado, que hoy lanza un grito de auxilio por medio de nosotras, las mujeres.
Unámonos todos a este grito demostrando que somos un país de hombres y mujeres que exigen un mejor entorno para sus familias, unámonos por el bienestar de todos nosotros, y de los que vienen. Dejemos ver como si somos capaces de organizarnos y luchar por una causa en común. Que hombres y mujeres, juntos, somos más.
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