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Foto del escritorMarcia Romo

Reflexiones en tiempos de COVID


Y aquí seguimos... El mundo sigue en “PAUSA” y lo que parecía primordial ahora se volvió secundario; el tiempo se tornó de nuestro lado, los pendientes que figuraban al final de nuestra lista ahora son los que nos mantienen ocupados; los pantalones de mezclilla en los que “ahora si íbamos a entrar este verano” siguen colgados en el closet; el vestido que íbamos a estrenar para ese evento, tendrá que esperar. ¿Hace cuanto tiempo que no armábamos un rompecabezas, o jugábamos juegos de mesa en familia, ordenábamos las fotos, preparábamos recetas nuevas, hacíamos sobremesa sin tener que correr a los compromisos vespertinos?


¿Y cuando habíamos pensado que se podía disfrutar de los rayos del sol desde el jardín de tu casa? ¿Que escucharíamos con detenimiento dia con día el canto de los pajaritos que musicalizan el paisaje que apenas podemos ver desde la ventana; que nuestros hijos tienen anhelos y dones qué tal vez la prisa no nos dejaba ver, que nuestras relaciones necesitaban un poco más de tiempo de calidad y nuestra pareja quería tantito mas de nosotros?

Y el silencio se volvió nuestro mejor aliado. Y cómo no salimos, nos tornamos hacia adentro... Comenzamos a vernos, a verdaderamente mirarnos; nos vemos en nuestra debilidad, en nuestros miedos más profundos, en nuestras inseguridades y nuestros errores. Y también nos observamos desde el amor, con compasión, y tenemos tiempo para descubrirnos: ¿qué anhelo? ¿Que admiro de mí mismo? ¿A donde quiero ir?

Y sale lo mejor y lo peor de cada uno. Y respiras. Viene la enorme pausa, la calma y el silencio. Ahí. Donde están las respuestas. Dentro de nosotros mismos, donde podemos desnudarnos el alma frente al espejo y reconocernos seres imperfectos, amarnos tal cual somos.

Definitivamente no podemos ser los mismos al terminar esta cuarentena. Hemos sido bendecidos con lo que más falta nos hacía: TIEMPO. Porque ahora este tiempo es para nosotros mismos y para los que más amamos: nuestra familia. Ya no hay reuniones, citas, compromisos que nos obligan a salir. Y al pasar de los días notamos cómo nos hacía falta a todos dedicarnos ese tiempo. Necesitábamos calma para poder escuchar a nuestro corazón y sus anhelos profundos; había que sentarnos frente a nuestros hijos para realmente escuchar sus miedos, sus deseos, sus heridas, sus ilusiones; para mostrarte una vez más que son los más grandes maestros de tu vida.

Ciertamente no, no podemos seguir siendo los mismos cuando todo esto termine.

Seremos más cautelosos para elegir en qué usar nuestro tiempo, valoraremos aún más nuestras relaciones fraternales, y seguramente, si lo hicimos bien, habremos ayudado a crear lazos inseparables de amor y confianza entre nuestros hijos, que los marcarán por siempre.

Pensaremos más al elegir nuestros pasatiempos, y hasta tal vez continuaremos con “ese hobby” al que ya le dejamos un espacio libre en nuestra agenda. .

Visitaremos más a nuestros viejos, porque siempre hay tiempo para una platica de cómo era nuestro mundo en tiempos de antaño.

Gozaremos más la compañía de los buenos amigos, y descubriremos facetas nuevas de cada uno, porque esta cuarentena nos cambió a todos.

Abrazaremos más fuerte y más genuinamente.

Besaremos para demostrar la pureza de nuestro amor.

Los apretones de mano serán más intensos y cargados de admiración.

¡Qué degradado y rutinario era el contacto físico entre nosotros! Pero no más.

Al salir de esto, habremos superado una gran prueba, ponerle frente a nuestros miedos y salir valerosos; con la frente en alto, más auténticos, más reales, más satisfechos con nosotros mismos, más llenos de Dios.


Y viviremos más INTENSAMENTE, más CONSCIENTES; porque habremos descubierto el verdadero significado del vivir en el AQUI y el AHORA. Sin prisa.


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