Te digo Adiós 2020 y lo hago completamente agradecida.
Gracias porque me enseñaste a tomar pausas.
Aprendí a respirar.
Aprendí que respirando se VIVE. Se vive en el AQUÍ y en el AHORA. Y eso, no tiene precio.
Gracias porque aprendí lo importante de ser justa en mis juicios e impecable con mis palabras.
2020, me enseñaste a ser valiente. Y eso, es invaluable.
Aprendí a decirme que sí a mi misma.
Hoy, soy más libre.
Hoy, trato de fluir.
Hoy trato de dejar ir; y sé que cada día estoy un paso más cerca.
Aprendí a levantar mi voz.
Aprendí a aceptarme tal cual soy; y descubrí que me gusto mucho =).
Aprendí a perdonarme.
Aprendí a amarme más; y cada vez más y más.
Gracias 2020 porque reafirmaste en mí lo que es el amor incondicional de un padre y de una madre; porque encontré en mis hermanas un amor inmensurable, ¡gran ejemplo para nuestros hijos!
Gracias porque encontré en mis amigas un lazo de amor fraterno inquebrantable.
Me enseñaste a abrazar mi vocación de madre con amor.
Aprendí a mirar a mis hijos por lo que son, desde el amor infinito y como el acto de fe más grande que existe.
Gracias por lo que aprendo día a día de ellos: mis TRES maravillosas bendiciones.
Aprendí el poder que tienen las afirmaciones en mi mente.
Aprendí a conectar conmigo. Aprendí a meditar más y mejor.
Aprendí a superar miedos, a convertir el miedo en motivación para salir adelante.
Aprendí a tirar para adelante, a volver a empezar, a no mirar atrás.
Gracias a ti 2020, comencé nuevos proyectos que me llenan el alma, retomé hobbies que me encantan, me dedico más tiempo a mí. Y eso, me hace muy feliz.
Me enseñaste que está bien equivocarse, que está bien pedir ayuda, que está mucho mejor saber pedir PERDÓN.
Aprendí a vivir cada emoción.
Aprendí que está bien reír sin parar, llorar sola, sentir rabia, temblar de miedo, gritar de angustia, berrear de coraje, llorar con alguien, vibrar de ilusión, cantar las tristezas, estremecerse de deseo, sentirse nostálgica, llenarse de anhelos, estar en PAZ.
Me enseñaste a dejar la culpa atrás. Y eso, eso es liberador.
Lo mejor de todo, AÑO DOS MIL VEINTE, es que de ti aprendí a vivir en el AGRADECIMIENTO constante y que no hay nada más valioso que la PAZ INTERIOR.
Gracias 2020, porque ahora sé que SI SE PUEDE. ¡A darle!
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